domingo, 10 de enero de 2010

Algo que aprender, por Lorena Gracia Romeo

Hace unos pocos años, al empezar mi carrera de magisterio y con mis 18 años escribí la razón por la que quería ser maestra. Por entonces hablaba de vocación puesto que no había tenido dudas en elegir magisterio de infantil, e ir a estudiar a Huesca.
Desde entonces algo ha llovido y algunas pequeñas cosas han cambiado; después de cursar infantil decidí decantarme por especial y poco a poco me fui adentrando más, porque la esencia es la misma, llevar de la mano a esos niños hacia la vida, para que la experimenten, reinventen, reconstruyan,… para que un día el maestro le suelte la mano y el niño pueda volar. Sabiendo y siendo conscientes que “la meta última de todo maestro es volverse innecesario”.
Así pues una de las razones más importantes para ser maestra es que quiero aprender, quiero seguir aprendiendo, estar en una interacción donde todos nos enriquecemos, de compañeros, de alumnos, de padres,… Saber que las manos, el niño, que contigo está en la escuela van a formar la sociedad del mañana. Como dice Ken Bain “Siempre hay algo nuevo por aprender -no tanto sobre técnicas docentes, sino sobre esos estudiantes en concreto que hay en ese momento determinado y sobre sus conjuntos personales de aspiraciones, confusiones, errores conceptuales e ignorancia-. (..) debemos reconocer que somos capaces de aprender –y que aun así cometeremos errores-. No llegaremos a todos los estudiantes de la misma forma, pero siempre hay algo que aprender sobre cada uno de ellos y sobre el aprendizaje humano en general.” Ya que de todo aprendemos, la vida es un continuo aprendizaje.
A cuanta gente hay que dar las gracias, escritores, pedagogos, profesores, compañeros, niños, amigos, etc.; todos aquellos que han ido abriéndome los ojos hacia tan bella profesión. Poder ver como aquel maravilloso Don Gregorio, profesor que describía Manuel Rivas en “La lengua de las mariposas”, el cual “todo lo que él tocaba era un cuento fascinante. (..)Todo conectaba, todo tenía sentido. La hierba, la lana, la oveja, mi frío. Cuando el maestro se dirigía hacia el mapamundi, nos quedábamos atentos como si se iluminase la pantalla del cine Rex”.
Así es mi visión como aspirante, donde las preguntas me invaden, ¿Cuándo llegará el día?, ¿Estaré preparada?, ¿Cómo serán mis alumnos?, ¿sus nombres?, ¿Cómo me enfrentare al aula?, ¿Cuál será el destino?, etc. Muchas son las dudas. Pero las dudas son algo inherente a esta profesión, momentos buenos, momentos malos, cambios, “frágil, imprevisible e incierto” como nos dice Jackson en La vida en las aulas. Pero la gratificación también se puede encontrar en esos niños, en la gente que te rodea.
Aun me queda el reto de introducirme “mar adentro” donde ni los cuadernos de bitácora de otros navegantes, las cartas de navegación, ni los modernos GPS de hoy día, nos dan TODO el conocimiento que necesitamos para salvar los obstáculos que nos presenta el mar. Pero lo que sí creo que me han trasmitido unas bases y valores que ayudan en esta navegación, la esperanza de enseñar/aprender. Teniendo claro en todo momento como dice Jackson que “Los profesores experimentados (...) llegan a considerar la sorpresa y la incertidumbre como rasgos naturales de su entorno. Saben, o llegan a saber, que el transcurso del proceso educativo se parece más al vuelo de una mariposa (frágil, imprevisible e incierto) que a la trayectoria de una bala (que se puede calcular con precisión y dirigir a un lugar predeterminado)”.
Y si quiero ser maestra, quiero crear un aula con esos alumnos, Lucas, Julia, Juan, Lucía, Miguel, Pablo, Clara, Vanessa, Marta,… siendo la modista y ayudándoles a vestirse, puesto que “La educación es el vestido de gala para asistir a la fiesta de la vida" (Miguel Rojas Sánchez).

2 comentarios:

Lic.Eva Janeth Rivera dijo...

MUY BUEN PENSAR ME ALGRA QUE TE GUSTE EL MAGIsTERIO ESPERO Y SIGAS ADELANTE Y LE HECHES = O AUN MAS GANAS A LO QUE HACES CUDIATE Y ME ENCANTO LO ESCRITO.

FELICIDADES!!!!

Gabrielle dijo...

Me ha gustado mucho :D