miércoles, 13 de enero de 2010

Aún queda esperanza, por Carlos Migliaccio

No lo sé. Ni siquiera aún estoy seguro de ello.
Septiembre 1975. Tengo diecisiete años. San Sebastián tiene una destartalada Escuela Normal de Magisterio , sita en la cuesta de Ategorrieta; un edificio de maderas crujientes por el que se desplaza un mayoritario elemento femenino.
Certificado de buena conducta de de la Guardia Civil, lo mismo del párroco del pueblo, declaración jurada de no padecer defecto físico ni psíquico alguno, tasas , sellos – donativo del colegio de huérfanos … Matrícula realizada.
Tres especialidades únicas: Filología, Ciencias Humanas y Ciencias Exactas. Los hombres vetados para trabajar en preescolar (¿hoy en la práctica sigue igual?) y la exigencia, para conseguir el título, de un verano azul en un campamento de la OJE , cosa de hombres, o la confección de ajuar para las compañeras. Maestro OUT; profesor de EGB, IN.

Cumplo los dieciocho años; diecinueve días más tarde sabemos que el dictador no cumplirá más.
Comienza la metamorfosis: la dirección, el profesorado, el alumnado, todo cambia en un corto lapso temporal: de autoritarios a libertarios de mesa camilla, de gentes de orden bienpensantes a elucubradores aventureros sociales, de Víctor García Hoz como único referente pedagógico a apasionados por Summerhill o, incluso, Makarenko (por supuesto de la existencia de gentes como Ferrer i Guardia, Carrasquer, Mella o Fauré tuve que enterarme más tarde), de pedagogías imperiales a pedagogías del cortijo…

Profesores como Martínez (desastrado como el Colombo televisivo) fumando mentolado y con una visión de la física contagiosa y divertida; o como Uriarte, Anttón, el metereólogo clavadito al Felipe González de la época, enormemente aplaudido entonces y hoy condenado al ostracismo por su militancia negacionista del cambio climático; o como San Millán, Loli, la bióloga marina en cuyos ojos encontraban acomodo mis fantasías tardoadolescentes; o como Pomés, Julio, el perenne encorbatado amante del Opus y de la Termodinámica (¿por ese orden?) que tuvo la desfachatez de confesarme que ejercía la docencia para «frenar la influencia marxista en la educación», la indiscrección de solicitarme le recitara el credo, la chulería de contarme que “podría ganar mucho más en la empresa de su padre” y la actitud delincuente de dar mi teléfono a algunos secuaces de la obra para que me molestaran durante mis años universitarios.
O como la profesora de Música que se emocionaba en las clases y cuyo nombre no recuerdo; como tampoco recuerdo el del profesor de Religón que un buen día nos dijo que le pagaban muy poco, tan poco que le resultaba indigno seguir en esas condiciones, y se fue… Y nunca más lo volvimos a ver.

Prácticas en escuela de Lasarte; contactos con el mundo sindical. Adolfo Suárez afrontando una huelga del profesorado engendrada en claustros de profesores cuyo centro totémico era un enorme cenicero siempre a punto de desbordarse. La mejora de la calidad de la enseñanza como parte central de cualquier tabla reivindicativa.


Tolerancia para con la ikurriña, siempre acompañada de la bicolor y de los restos de carteles que recuerdan tanto el testamento político de Franco como el primer mensaje institucional de su sucesor. Expediente disciplinario al profesor cuyos alumnos dibujan un cartel con figuras humanas de genitales resaltados.
El libro rojo del cole; escándalo en las aulas por su crudeza al tratar temática sexual. Y, sobre todo, en enseñar al alumnado cómo protegerse de posibles abusos por parte del profesorado.
Hoy en día resultaría ñoño.
Las ikastolas. El euskera como un fín en sí mismo. De la estafa educativa. De hacer buenos vascos al nacionalista modo. Del pensamiento único y de la prostitución del sentido crítico. Del bilingüismo como excusa al monolingüismo euskaldun como aspiración última.
De renovaciones pedagógicas; de mucha experimentación de resultados nunca evaluados. Del Viejo Topo, Ajoblanco y Cuadernos de Pedagogía. Libros OUT; fichas IN.

Félix Carrasquer y Mati en Hernani; pedagogía centrada en el alumno explicada a profesionales de la pedagogía conformista centrada en el país. Ikastola Langile (HB) e Ikastola Urumea (PNV) con un enorme mural del escudo peneuvista y el retrato del fundador (Sabino Arana) en la pared medianer del edificio.Las consignas reemplazando el debate. Marihuana, cocaína y cuba libres.
Jornadas Libertarias. Nazario. Barcelona.

Y la renuncia a opositar; la academia privada durante veinticinco años. Matemáticas, Física y Química para alumnado candidato al fracaso escolar.El éxito profesional y económico creciente mientras observo desde mi ventana el discurrir de la vida, tarde tras tarde, entre explicación y explicación. Spectrum OUT; PC IN. Basic OUT; Windows IN.

Logaritmos, nomenclatura química, el cuerpo de profesores idóneos que ya no lo son, el aprobado como meta inmediata, la urgencia que resta tiempo a lo importante, Jelic, el alumno polaco trasplantado de corazón, la adolescente insulinodependiente, las anoréxicas, integrales, funciones, movimiento circular uniformemente acelerado,los alumnos kaleborricos que se sientan junto a Ruth y Pablo, los perseguidos, la asesina de Alza …
Gentes a las que dí clase son colegas docentes, periodistas, abogados, médicos o conductores de camión.Otros no llegaron y constituyeron las anomalías
Tengo un hijo. Escape de Absolom. Joseba asesinado. El profesorado, más funcionarial y acrítico que nunca, abraza compromisos totalitarios. Hernani OUT; Huesca IN.

Huesca. El magisterio real. Acín, Plá, Carrasquer, Fuertes Vidosa. Ayer hoy; hoy que reencuentra el ayer. Memoria Histórica. Manuel Benito. Azpiroz, Casanova, Pardo. Biscarrués y Galán. De nuevo el afán por aprender , digerir y sembrar. Círculo Republicano. Museo Pedagógico. El florido pensil. Cillas y Jaca. Titiriteros de Binéfar y Teatro de Robres.
Y, de nuevo, la curiosidad, el afán compulsivo por conocer, por observar.
Y, de nuevo, el milagro del acto pedagógico. Los ojos sexagenarios, repentinamente adolescentes, muy abiertos que comienzan a navegar por la red. La torpeza, casi infantil, de manos ancianas con el click simple y con el doble click. ¿Con el botón derecho o el izquierdo?
Power Point y Microsoft Office. Internet y correo electrónico. Al vent …
El botellón, la metaanfetamina, el cerro de San Jorge y las aperturas y cerraduras.


De nuevo, el mundo sindical. Amarillos y de clase.
Profesores funcionarios y profesores que intentan no serlo. Complementos autonómicos, prejubilaciones, interinidades. Permisos retribuidos … ¿Y el alumnado?
Preguntas al servicio provincial; concurso de traslados, comisiones de baremaciones, burocracia pedagógica. La esperanza se llama Escuela de Magisterio y el espíritu de Ramón paseando por sus pasillos. Las pajaritas. La chaqueta del pijama de cuyo bolsillo asoman unos lápices de colores.Y la belleza de Concha. Y Víctor empeñado en no olvidar los nombres; y Rafael atesorando enseres y útiles para nutrir los fondos del pasado escolar de nuestra tierra; y , de fondo, la melodía de «La última rosa del verano».
Sí, aún queda esperanza.


No lo sé; ni siquiera hoy en día, treinta tres años después de entrar en el decadente vestíbulo de la casona donostiarra para matricularme en Magisterio, conozco la razón que me empujó a dedicar mi vida a enseñar y a aprender.
Ni siquiera sé el porqué, de una u otra manera, sigo en ello; quizás tan sólo por una necesidad de acercarme a la verdad a través del conocimiento y su transmisión. Quizás porque el conocimiento , y no el trabajo, el ARBEIT nazi, es lo que en realidad nos hará libres.
Y porque quiero estar implicado en ello.

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