martes, 29 de junio de 2010

Una ilusión compartida, por Sylvia Mateo Pano


Casa del Espartero de Peralta de Alcofea (Huesca). Allí nació mi abuelo materno, José Pano Calvo, el día 20 de abril de 1905. Él y mi abuela Crispina vivieron exiliados en Francia durante cuarenta años. Mi hermano José María y yo fuimos a pasar todos los veranos con ellos hasta el año 1978 que pudieron regresar a España con seguridad. ¡Por fin podían volver a su casa, a nuestra casa!

Mi abuelo nos contaba que sólo pudo ir a la escuela hasta los siete años porque en aquellos tiempos apenas había para comer y los niños se tenían que incorporar a una edad muy temprana al mundo laboral para ganar algo de dinero y ayudar a salir adelante a sus familias.

Murió con ochenta y cinco años y nunca olvidó una escena que vivió en la escuela, siendo un niño, un día en que el cura de su pueblo entró en la clase de los chicos y escuchó cómo le decía al maestro, señalándole a él, que a “ese niño” sólo le tenía que enseñar el catecismo. Aquel cura había decidido, y presionó al maestro para que así fuera, que mi abuelo tenía que ser una persona inculta y pobre, como otros muchos en aquel entonces. Lo contaba una y otra vez ¡con tanta rabia y con tanto dolor! Yo creo que nunca superó la impotencia que vivió en ese momento y que pudo ser el inicio, sin aquel cura ser consciente de las consecuencias de aquella decisión, del nacimiento de un ser que vivió y luchó durante toda su vida por y para la ideología republicana. A mí esa vivencia me marcó de una forma especial en mi crecimiento personal .

Mi madre y sus hermanas vivieron una posguerra durísima. Pero como la memoria humana es muy selectiva, a pesar de todas las situaciones de desgracia que tuvieron que afrontar durante mucho tiempo, mi madre ha recordado siempre, y la sigue recordando a sus 78 años, con un cariño muy especial a Dª Pilar. Era su maestra. Una maestra que estuvo en el pueblo más de cuarenta años. Mi madre me cuenta que llevaba más de cien niñas, cómo se organizaba, cómo las mayores en cuanto aprendían a leer y a escribir se convertían en las maestras de las niñas más pequeñas. Cómo este tipo de organización cohesionaba un grupo tan numeroso. Pero lo que más me ha impresionado siempre es su sentimiento de amor y de gratitud hacia esa maestra que se la llevaba a escondidas a su casa junto a sus hermanas para darles de comer, para que se sintieran protegidas de algún modo en medio de aquella sociedad tan hostil. Dª Pilar fue en su momento una figura de apego para mi madre, y durante toda su vida la ha tenido como un modelo de referencia.

Desde los doce años tuve claro que quería ser maestra. Mi madre me apoyó incondicionalmente en la decisión de estudiar. En mi pueblo no había Instituto. Cuando todos los niños salían de la escuela, el maestro y la maestra se quedaban con los que preparábamos el Bachillerato Elemental. Recuerdo que el maestro nos daba Matemáticas, Geografía e Historia, Ciencias Naturales, Física, ... La maestra Lengua, Latín, Música, Política, Francés , Religión y Gimnasia . Cuando llegaba junio, íbamos al Instituto de Barbastro y en dos días nos examinaban de todas las asignaturas. Éramos alumnos de matrícula libre. Cuando acabé el Bachiller Elemental y la Reválida hubo cambio en el sistema educativo. Se implantó el Bachillerato Unificado Polivalente. El primer curso me lo preparé en una academia en Huesca y me examiné en el Instituto Domingo Miral de Jaca donde estaba ubicado el INBAD.

En segundo de B.U.P. pude conseguir una plaza en el Colegio de Santa Ana de Huesca donde cursé el resto del Bachillerato y COU compartiendo los grupos y las aulas, por primera vez en la historia de los centros privados de Huesca, con las alumnas de Santa Rosa y los alumnos de Escolapios, San Viator y Salesianos.

Cursé mis estudios profesionales en la Escuela de Magisterio de Huesca. Empecé a descubrir una escuela en la que yo ya no era la alumna sino la enseñante durante el tercer año cuando hice las prácticas. La empezaba a ver del otro lado, a descubrir la diferencia que hay entre enseñar y educar, lo importante que es la relación con los padres, cómo tu actitud, tu entusiasmo, tu ilusión y tu nivel de compromiso pueden llegar a determinar el funcionamiento de un grupo de alumnos. Me pareció apasionante descubrir que, atreviéndome a ser un poco transgresora, podía llegar a convertir el aula en un espacio de creatividad, de actividad, de interacción, de inclusividad, en fin, ¡todo un mundo! con un poco de imaginación. Ah! Y, muy importante para mí, hacer una escuela compensadora sobre todo para los niños que viven con algunas necesidades.

Tuve la suerte de acabar mis estudios con un “Acceso Directo”. No os quiero ni contar cómo recibió este premio mi familia, sobre todo mis abuelos y mis padres. Fue un premio especial para mi abuelo y para mi madre. Era la primera persona de la familia que tenía una carrera y para orgullo de mi abuelo José y de mi madre Mª Teresa su primera nieta e hija, la mayor, ¡YA ERA MAESTRA!

He sido siempre, y lo sigo siendo, una persona activa, que huye de la monotonía, que ha afrontado con ilusión y optimismo los constantes cambios que hemos estado viviendo en el mundo de la educación, a la que le gustan los nuevos retos, con un nivel de compromiso muy alto con su trabajo porque le gusta tanto que si volviera a nacer volvería a ser MAESTRA.

Confieso que siento una gran satisfacción cuando mis ex-alumnos me llaman por la calle y constato que me siguen recordando con un cariño especial, cuando entran en mi despacho y me cuentan sus alegrías, sus problemas, sus confusiones, sus dudas existenciales, …cuando después de pasado el tiempo hay madres que me buscan y me muestran su confianza, me piden opinión para orientar a sus hijos… Me siento útil y valorada. Me hacen sentir feliz. Es así de sencillo.

Actualmente estoy ocupando un puesto de responsabilidad en el Centro de Profesores y Recursos de Alcañiz. Me está permitiendo ver la escuela desde otro punto de vista y trabajar por ella y por sus maestros desde una nueva perspectiva con optimismo, con ilusión y con esperanza en el futuro. Creo que es muy importante que desde la Administración se potencie la figura del maestro y se valore la trascendencia de su trabajo.

Sylvia Mateo Pano


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